-Primrose Everdeen!-dijo Effie con una voz chillona pero bien alta y clara. Por lo menos no es ella, es su hermana pequeña.
-Me presento voluntaria! ¡Me presento como a tributo!
Ella, no, no quiero que se presente como a tributo. Pero por su hermana lo haria todo, y, lo estaba haciendo.
Effie y Katniss, y también Haymitch que entraba borracho, interpretan un dialogo, pero no las oigo, sólo tengo el pensamiento en ese dia, en el dia en que le dí las dos barras de pan.
Era una noche de invierno, llovía. Me asomé a la ventana para oler el olor de la lluvia, que me encantava, el olor a tierra mojada. Y la ví a ella, tan delgada que se le notavan los huesos de la cara. No podía sino hacer algo por ella. Desde el primer momento que la ví en la escuela y la escuche cantar me quede enganchado y enormemente enamorado de ella, era tan asombrosa como decian que era su padre. Porque al fin y al cabo era verdad, cuando ella cantó los pájaros callaron y la escucharon, y eso no lo hace cualquiera, sólo su padre y ella, y había escuchado que su padre habia muerto en la mina.
Mi madre se puso a mi lado, para cerrar la ventana, pero ella también la vió, y no era ta carismática como yo.
-¡Fuera de aquí! ¡Llamaré a los Pacificadores!-chillando bruscamente.
¿Como, mi madre, podía ser así, esque no veía que estaba muerta de hambre, no veía que no tenía nada para ponerse en la boca, y estaba rendia en el barro?
No, no podía dejarla así, no en ese estado, se moriría de hambre, igual que su madre y hermana, toda su família.
Bajé al horno y tiré dos barras al fuego.
Mi madre vino y lo vió, insultándome a la vez que me pegava con una espátula que teniamos para dar la vuelta al pan. Seguro que la espátula me duraría días y que seguramente tendría un buen moratón, pero no es nada comparado a ver pasar hambre a la gente, y menos a ella.
Mi madre me dijo que fuera al patio a tirarlas. Pero me chilló desde la casa:
-¡Dáselas al cerdo!.¿Donde iras a parar? ¡Nadie decente se comería ese pan quemado!
No la miré, no la pude mirar. Pero sabia que ella, en todo momento, tenia los ojos clavados en mi, y en las barras.
Le quité un poco lo quemado.
Miré otra vez a mi casa para ver si estaba mi madre, no lo estaba.
Y le lanzé el pan a sus pies, primero la primera barra y después la otra.
Cuando subí entre otra vez a mi casa, me dí la vuelta para verla, otravez, pero ya había desaparecido
Al día siguiente, y todos los dias, la miraba de forma diferente, pero con más amor. Siempre desde la otra punta del pasillo.
-¡Peeta Mellark!-dice Effie.
¿Qué? No, no, no. No quiero ir a los juegos del hambre, no, no, no, no quiero. Pero pensar en que estaré con Katniss me da esperanzas y subó al escenario.
-¿Algún voluntario?
Claro que no habrá ningún voluntario.
Y no lo hay, sólo el aire responde a su pregunta.
El alcalde lee el tractado de Traición, cada año el mismo. Nos hace un gesto para que nos demos las manos.
Sus manos son tan ágiles y con tantas cicatrizes, como las había imaginado de tantos años de caza.
Nos miramos directamente a los ojos, es preciosa, aunque el hambre le ha quitado bastante.
Nos giramos a la muchedumbre cuando suena el himno de Panem.
Pensando en que hay 24 tributos, y yo sólo soy un panadero. Por lo menos esta Katniss, y aré todo lo posible para que ella gane, hasta declararle mi amor, si hace falta.
Páginas
Esta es la historia de una chica que adoró un libro, vio volar un sinsajo, silbó una canción, regaló horas sin pasar hambre, postergó una reseña, lloró por dos niñas, dividió en dos su corazón y se lo entregó a un tercero que murió.
Tributos seguidores:
jueves, 23 de junio de 2011
miércoles, 22 de junio de 2011
Biografia
Cuando entre en este mundo,en un mundo en que te da todo si sabes como hacerlo, y ví la luz del Sol lloré, mi primer llanto, y los demás sonrieron. Nací un 6 de Diciembre del 1996, 2 minutos menos que mi hermano mayor, Daniel, a las 13:32. Estuve unas cuantas horas en una incuvadora, en Sant Antoni Abat, Vilanova i la Geltrú. Si, si, soy de Cataluña, en la comunidad de Barcelona, más bien dicho. Peró me siento más a gusto en Castilla la Mancha, en Ciudad Real, en Montiel, el pueblo de mi padre.
De los años que cabalgue con mi infancia y viva juventuz no recuerdo mucho, algunos recuerdos, muchos borrosos e insufribles. Mi infancia fue muy bonita, estuvo muy bien, casi lo tenia todo, siempre un nuevo dia me daba esperanzas para que otro dia surgiera, y esos dias eran los más bonitos, los que esperas, siempre son los dias mas bonitos, porque los esperas con entusiasmo, como una niña espera sus regalos de navidad en la noche de Noche Buena. Dulce, tambíen fue una palabra que incluyó mi infancia, mi niñez, mis mejores años de mi joven vida.
Aparte de que también viví los momentos que me trageron a conocer a personas que valoro mucho, como a personas de Montiel y de Vilanova.
Mi vida ha echo muchos trayectos, los trayectos fueron por carretera. Desde los 3 meses ya empezamos a viajar, de Montiel a Vilanova, de Vilanova a Montiel, era un ir y venir sin descanso. Y todavía pienso que debería estar acostumbrada, pero no, nunca se está acostumbrada para estos viajes. Eran 6 horas y media, era tan cansado y aburrido que el aburrimiento se convertia en cansancio y se hacia una bola imparable de sufrimiento, pero ese sufrimiento se quitaba cuando pensaba donde iva, a mi pueblo, Montiel, o a Vilanova, a estudiar y al mar. En fin, pienso que todos estos viajes an valido para algo, y lo han echo an valido para mucho, como para descbrir que hay un mundo donde me siento más a gusto que otro y donde el paisaje, la gente, la lengua, los costumbres... son diferentes los unos con los otros, aunque esten en un mismo país. Aveces pienso en como seria mi vida sin Montiel, pero creo que no me lo podria ni imaginar, seria demasiado doloroso y aullentador para que todos mis sufrimientos se hicieran uno, y me clamarán su venganza contra la humanidad.
-Los echos pasan, esos echos contribuyen a otros echos, y se ajuntan, construyendo un patrón.
Esta frase colabora a una anécdota, es esta:
Mi abuela se puso enferma y le tuvieron que ingresar en el hospital de Valdepeñas. Y mi familia y yo nos quedamos unos dias, esos dias eran laborales y yo y mi hermano teniamos que ir a la escuela. Asi que fuimos a la escuela el dia siguiente. Ayí conocí a gente maravillosa, otra no tanto. Pero conocí a mis mejores amigas, actuales. Y Montiel me dió más razones para quedarme a vivir allí.
La frase contribuye a que el echo es mi abuela cuando se puso enferma, y el otro echo que pasó contribuyendo a ese echo es que yo hubiera ido a la escuela. Aveces pienso que si mi abuela no se ubiera puesto enferma no ubiera conocido a mis mejores amigas. Porque el destino no existe, es el patrón el que dicta.
Las cosas pasan siempre por alguna razón, pueden ser verdaderas o imaginarias. Porque la mente es el arma más poderosa que tenemos los humanos, lo que pasa es que no sabemos utilizarla.
martes, 21 de junio de 2011
William Blake. El tigre.
Tigre tigre, fuego deslumbrante
En las selvas de la noche,
¿Que mano inmortal, que ojo
pudo trazar tu terrible simetria?
¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre tigre, fuego deslumbrante
En las selvas de la noche,
¿Que mano inmortal, que ojo
pudo trazar tu terrible simetria?
En las selvas de la noche,
¿Que mano inmortal, que ojo
pudo trazar tu terrible simetria?
¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre tigre, fuego deslumbrante
En las selvas de la noche,
¿Que mano inmortal, que ojo
pudo trazar tu terrible simetria?
lunes, 20 de junio de 2011
Mis exposiciones a la humanidad
La mente es la arma más poderosa que los humanos tenemos al alcance, lo que pasa esque no sabemos utilizarla.
El destino no existe, son los echos los que provocan otros echos y con todos los echos se construye y se forma un patron, y ese patron es el que dictara nuestras vidas, nos guiara, por el buen sentido o por el malo, pero nos guiara acia un rumbo en donde nosotros no somos concientes de lo que pasa, sino un camino donde por fin encontraras tu meta y el valor para querer vivirla.
Miro d'imaginar-me un món on la teva veu hagués cessat. On les teves mans no es mougessin. On els teus ulls no pestanyegessin. Estic dempeus al costat del teu cos, mirant-me'l per última vegada, abandonant l'habitació on et trobes. Però quan obro la porta cap al món, només trobo un buit terrible. Un no-res gris pàl·lid és tot el que m'espera.
Per què estimem? És una cosa ben estranya, no poder veure al món sinó un ésser, no tenir sinó una idea a la ment, tenir un únic desig al cor i un sol nom a la boca: un nom que puja incessantment als llavis, que puja con l'aigua d'una deu des de les profunditats de l'ànima, i que es diu i es repeteix i es murmura incessantment, a tot arreu, com si fos una pregària.
Perquè la vida pot continuar malgrat la gravetat de les pèrdues. Que pot tornar a ser bona. Sigui el que sigui el que t'ha fet mal.
S'oblida allò que es vol recordar i es recorda allà que es vol oblidar.
Mira al teu voltant. Mai és massa temps. Però mai és gens de temps.
El destino no existe, son los echos los que provocan otros echos y con todos los echos se construye y se forma un patron, y ese patron es el que dictara nuestras vidas, nos guiara, por el buen sentido o por el malo, pero nos guiara acia un rumbo en donde nosotros no somos concientes de lo que pasa, sino un camino donde por fin encontraras tu meta y el valor para querer vivirla.
Miro d'imaginar-me un món on la teva veu hagués cessat. On les teves mans no es mougessin. On els teus ulls no pestanyegessin. Estic dempeus al costat del teu cos, mirant-me'l per última vegada, abandonant l'habitació on et trobes. Però quan obro la porta cap al món, només trobo un buit terrible. Un no-res gris pàl·lid és tot el que m'espera.
Per què estimem? És una cosa ben estranya, no poder veure al món sinó un ésser, no tenir sinó una idea a la ment, tenir un únic desig al cor i un sol nom a la boca: un nom que puja incessantment als llavis, que puja con l'aigua d'una deu des de les profunditats de l'ànima, i que es diu i es repeteix i es murmura incessantment, a tot arreu, com si fos una pregària.
Perquè la vida pot continuar malgrat la gravetat de les pèrdues. Que pot tornar a ser bona. Sigui el que sigui el que t'ha fet mal.
S'oblida allò que es vol recordar i es recorda allà que es vol oblidar.
Mira al teu voltant. Mai és massa temps. Però mai és gens de temps.
domingo, 19 de junio de 2011
Un dia.
Ésta es un cuento escrito en catalán. Echo e inventado por mi.
Encara és de nit. No tinc gens de son. Encenc l’espelma amb l’últim misto que queda en el paquet. Tindré que anar al mercat a comprar-hi més. Hi tindria que fer un bescanvi, ja que a casa no tenim prou diners. Mengem el que el camp ens ofert i ens dóna. Prou i res més. Molt poques vegades anem al mercat, solament per raons molt poc qüestionables, com els martells, l’aixada, els mistos. I deixa de contar.
M’agrada molt anar al mercat. El rebombori de la gent mirant i discutint per quina peça és més barata que l’altre, la remor de les botigueres, les empentes de la gent tot cuita-corrents, el soroll metàl•lic dels diners traspassant de mans, les gallines espantades per la pèrdua extravagant d’ous, i la fressa de tot el mercat junt, sempre parlant a crits i regatejant, no ho canviaria, és un conjunt de coses que et fa sentir que ets viu, aquí i ara.
Miro el sostre, blanc, amb els braços doblegats aguantant-me el clatell. El coixí, dur, em fa mal a l’espatlla, em remoc i me’l col•loco bé. Els ulls se’m van tancant.
-Fill, corre, despertat, fill!
Obro una mica els ulls. La llum somorta i translúcida que prové de la finestra, totalment oberta, em dóna de ple a la cara. No puc veure la figura que m’està cridant. La llum es fa cada cop menys intensa. Puc distingir que és la mare. Va amb un davantal mig ple de sang, segurament d’un conill o llebre. Té un rostre serè i pàl•lid, amb clotets a les galtes i la mandíbula quadrada. Els ulls grossos i blaus que desperten felicitat i tendresa. L’espelma s’ha esgotat del tot i la cera s’ha escampat per la tauleta de nit.
-Corre, vinga. Que ja ha sortit el Sol.
Cada segon que passa em crida i em sacseja més. Té una veu dolça, suau. M’estiro la flassada a un lloc, amb parsimònia, exclòs del que la mare em diu. Un corrent de vent entra per la finestra i em posa alerta, tremolo. Em vesteixo ràpid, el fred m’ha entrat fins al moll dels ossos. Esmorzo un got de llet i un llesca de pa, enriquit amb nous i ametlles, un bon esmorzar, malgrat tot.
Corro, m’agrada, et sents lliure, viu i penses que el món es teu, tot. Arribo al mercat exhaust. M’apassiona els colors vius de les fruites, la varietat del verd de les verdures i la blancor dels ous acabats de pondre.
Entro primer a la botiga del ferrer. La mare m’ha donat diners, i no cal que faci un bescanvi. Es un home alt i musculós, de molts anys de carregar plaques de ferro y brindar ganivets.
-Un martell.
-Cinc monedes, serien.
Se les atanso, em costa donar-li els diners. Perquè molt poques vegades, a casa, en tenim. De la feina de pagès, que té el pare, no arriba molt per comprar-hi al mercat, perquè la meitat dels aliments ens el mengem. Així que, quan tenim diners, em costa molt donar-los a una altre persona.
Agafo el martell, pesa. El vaig canviant de mà, per compensar el pes.
Tot pensant, arribo a la parada on venen el mistos. La senyora que m’atén és una dona gran, d’uns vuitanta anys, grassa, però amb una cara feble i dèbil.
-Una paquet de mistos.
-Quants?
-Una trentena.
-Dues monedes.
Em queden molt poques monedes, però me’n queden. Mentre deixo enrere el mercat, mig corrents mig saltant, les monedes salten del pantaló i brinden a cada sotragada.
Un soroll eixordador de sirenes em fa saltar. Escolto dispars, gent cridant, passes que s’acosten, ganivets brindant, la remor d’un cotxe, s’acosta.
Per un acte reflex, m’amago darrere d’un contenidor d’escombraries. Militars i gent armada passen per davant meu, però no em veuen, passen de llarg. Una nena, petita, es creua en el camí dels militars, es rossa amb els cabells deixats anar, ondulats, els seus ulls són grossos d’un color grisos, i amb tota la crueltat que es pot tenir en aquest món, la disparant. Una taca vermella es va propagant per tot el contorn del cor, on li han clavat el tret. Cau a terra, com un pes mort.
Ploro sense fer soroll, aquella nena devia tenir la mateixa edat que jo. No sé que havia passat, no sé perquè hi havia tants militars, no sé perquè hi havia dispars, no sé perquè la gent cridava i corria, esverada, no sé perquè la nena ha caigut, tants sols un segon abans, al terra, plena de sang.
Després d’un temps d’estar-me darrere del contenidor, m’aixeco i em poso a caminar. Al carrer ja no hi ha ningú. Paso pel mercat, els aparadors i les parades estan destrossades. Les verdures i les fruites s’han escampat per tot el terra. Els peixos, tots trepitjats i amb els budells enfora, les gallines cloquejant, espantades.
Tot el mercat desperta desolació.
Vaig amb compte de no trepitjar les verdures escampades.
Deixo enrere el mercat. Continuo caminant pels carrers desolats. Vaig cap a casa. Em trobo totes les portes obertes de bat a bat. Mentre observo la meva casa amb tot de plats, de coberts i de gots trencats, escampats pel terra de manera uniforme, sento com els pèls de la nuca se m’ericen. Una suor freda em comença a regalimar per l’esquena. El meu cervell comença a anar a tota velocitat. Pujo les escales a dues batzegades. Entro a la meva habitació. Trobo el llit desfet, les mantes, les flassades i els coixins, tots, tirats per terra, i les meves joguines, escampades a la intempèrie.
Surto de casa. Penso en el pare i la mare, i penso en on podien haver anat. El meu cos és més ràpid que la meva ment i em veig corrents cap a la sinagoga.
A casa, som molt religiosos, cada diumenge hi anem. Però feia unes setmanes que no hi anàvem. A vegades li preguntava a la mare que perquè, i em responia, una mica neguitosa, que hi aniríem. Però no hi anàvem.
La porta de la sinagoga està tancada, però no amb clau, així que hi entro. L’olor de l’encens m’omple els narius. Camino cap a la sala principal. I m’hagués agradat no veure-ho. Tot de gent estirada al terra, l’estora, s’ha convertir en un basal de sang. Els budells escampats, les temples foradades, els braços i les cames amputades. L’olor de la mort. Les mosques sobrevolant l’entorn.
Corro. M’entrebanco, m’aixeco. Els batecs del cor cada vegada són més forts. Em falta l’aire. M’entrebanco, faig un esforç i m’aixeco. M’he fet una esgarrapada, em sagna. Corro encara un temps, fins que caic al terra, exhaust. Les cames no em responen. Em falta un temps perquè la sang hi circuli de nou.
Intento eliminar la imatge que he vist fa un moment. Però se que no la podré oblidar. Perquè se molt bé que s’oblida allò que es vol recordar i es recorda allò que es vol oblidar.
No sé on vaig. La espècie de món que tenia ja no hi és, ha desaparegut, l’han eliminat.
Entro en una casa. Tota de marbre i fusta nova, les finestres, totes, trencades i esmicolades, el terra, ple de sang. En la primera habitació que em trobo m’amago a sota del llit. Em cauen les llàgrimes, salades, daltabaix. Començo a sanglotar, m’ofego. M’assereno i m’adormo amb les llàgrimes encara caient-me per les galtes.
Em desperto sobtat, d’un somni incòmode. Sento veus, parlen. M’aixeco amb cura. La ferida que em vaig fer s’ha assecat i m’ha deixat el pantaló dur. Les veus provenen de la cuina. Avanço a poc a poc. Dono una ullada. Hi ha dos militars, armats. Mentre un revisa totes les provisions de menjar, l’altre es dedica a parlar de banalitats.
La porta del lavabo s’obre de cop, faig un bot. Tinc un mal pressentiment. Una suor freda em comença a baixar per l’espatlla, em vénen nàusees de les ganes desesperades de que no m’hagin vist, a mi no. Però la vida sempre dóna contra cors i sento unes mans que es recolzen a les meves espatlles.
-Mira que hi tenim, aquí!
Els dos homes es giren cap a mi i s’aixequen de cop. M’apunyalen amb la mirada, m’esgarrapen per dins. Tothom conté la respiració com un sol home, es podria sentir una agulla clavant-se a terra.
-Hòstia! D’on has sortit, tu?. Digues, ets jueu?
No responc, no em surt cap paraula, cap mot, cap murmuri, cap xiuxiueig. Em quedo atònit, tens, rígid. Em miren com si no sabessin el que diuen.
-Que si ets jueu!?
Les paraules que m’arriben no són clares, però distingeixo jueu, i assenteixo.
-No ho hagués jurat mai, tu. Si sembla un dels nostres, tant ros com és, el nano.
Mentre diu la frase, que em sembla molt llunyana i inintel•ligible, m’estira dels cabells i em porta fins a un camió. Allà, m’emmanillen, com si fos un lladre, i em tapen la boca. Tanquen la porta del camió i tot s’omple de negre. El camió s’engega i comencen les sotragades. Perdo tot contacte amb el temps, no sé si passen hores, minuts, no ho sé.
El camió s’atura i obre’n la porta amb força, una llum forta i brillant m’encega de cop. M’estiren del cabell i em baixen a un camp. Alço més la vista i veig les tanques, imponents, vorejades al capdamunt per espirals de ferro forjat.
M’envien a una sala, prou gran per encabir-hi cent persones. Em tallen els cabells al zero, tot el meu cabell, ros i esbojarrat, ja només i queden les restes que em cauen daltabaix.
Em condueixen a una habitació, pel cap baix de cinquanta llits. Em vesteixo amb la roba que em donen, blanca amb ratlles blaves, com un pijama.
Encara no tinc temps de processar el que està passant, es com quan et donen un cop fort i tens que anant-lo assimilant. Els meus pares, no sé on són, segurament morts. Els meus amics, segur que corren el mateix parer que els meus pares.
En la vida, t’anà dones del que tens quan ho perds, i et vénen unes ganes descontrolades de tenir-ho una altre vegada, amb tu, segur de cap perill.
Torna l’home que em va enxampar en la casa, i em porta fins a un vestidor. Em despulla. Al costat hi ha més homes, ja grans, amb el mateix vestit que jo, tots iguals, també es despullen. Ens envien tots a una altre sala, molt més petita que cap altre. Estem tots despullats, de cap a peus. M’empenyen per tots costats. Em donen cops de colze. Criden. Criden com mai he sentit cridar algú. Semblen una massa eixordadora de bèsties moribundes.
-Gas!
Començo a notar una olor, que m’esgarrapa per dins dels porus i dels narius del nas. Se m’ericen els pèls de la nuca. Una veu en el meu cap diu que marxi d’allà, però no puc. Molts d’homes han caigut a terra.
L’olor comença a enfortir. Només em cal un pensament. Un mar immens, negre, ple de respostes, on ser jo mateix, on pugui ser jo mateix.
I caic estès a terra.
Encara és de nit. No tinc gens de son. Encenc l’espelma amb l’últim misto que queda en el paquet. Tindré que anar al mercat a comprar-hi més. Hi tindria que fer un bescanvi, ja que a casa no tenim prou diners. Mengem el que el camp ens ofert i ens dóna. Prou i res més. Molt poques vegades anem al mercat, solament per raons molt poc qüestionables, com els martells, l’aixada, els mistos. I deixa de contar.
M’agrada molt anar al mercat. El rebombori de la gent mirant i discutint per quina peça és més barata que l’altre, la remor de les botigueres, les empentes de la gent tot cuita-corrents, el soroll metàl•lic dels diners traspassant de mans, les gallines espantades per la pèrdua extravagant d’ous, i la fressa de tot el mercat junt, sempre parlant a crits i regatejant, no ho canviaria, és un conjunt de coses que et fa sentir que ets viu, aquí i ara.
Miro el sostre, blanc, amb els braços doblegats aguantant-me el clatell. El coixí, dur, em fa mal a l’espatlla, em remoc i me’l col•loco bé. Els ulls se’m van tancant.
-Fill, corre, despertat, fill!
Obro una mica els ulls. La llum somorta i translúcida que prové de la finestra, totalment oberta, em dóna de ple a la cara. No puc veure la figura que m’està cridant. La llum es fa cada cop menys intensa. Puc distingir que és la mare. Va amb un davantal mig ple de sang, segurament d’un conill o llebre. Té un rostre serè i pàl•lid, amb clotets a les galtes i la mandíbula quadrada. Els ulls grossos i blaus que desperten felicitat i tendresa. L’espelma s’ha esgotat del tot i la cera s’ha escampat per la tauleta de nit.
-Corre, vinga. Que ja ha sortit el Sol.
Cada segon que passa em crida i em sacseja més. Té una veu dolça, suau. M’estiro la flassada a un lloc, amb parsimònia, exclòs del que la mare em diu. Un corrent de vent entra per la finestra i em posa alerta, tremolo. Em vesteixo ràpid, el fred m’ha entrat fins al moll dels ossos. Esmorzo un got de llet i un llesca de pa, enriquit amb nous i ametlles, un bon esmorzar, malgrat tot.
Corro, m’agrada, et sents lliure, viu i penses que el món es teu, tot. Arribo al mercat exhaust. M’apassiona els colors vius de les fruites, la varietat del verd de les verdures i la blancor dels ous acabats de pondre.
Entro primer a la botiga del ferrer. La mare m’ha donat diners, i no cal que faci un bescanvi. Es un home alt i musculós, de molts anys de carregar plaques de ferro y brindar ganivets.
-Un martell.
-Cinc monedes, serien.
Se les atanso, em costa donar-li els diners. Perquè molt poques vegades, a casa, en tenim. De la feina de pagès, que té el pare, no arriba molt per comprar-hi al mercat, perquè la meitat dels aliments ens el mengem. Així que, quan tenim diners, em costa molt donar-los a una altre persona.
Agafo el martell, pesa. El vaig canviant de mà, per compensar el pes.
Tot pensant, arribo a la parada on venen el mistos. La senyora que m’atén és una dona gran, d’uns vuitanta anys, grassa, però amb una cara feble i dèbil.
-Una paquet de mistos.
-Quants?
-Una trentena.
-Dues monedes.
Em queden molt poques monedes, però me’n queden. Mentre deixo enrere el mercat, mig corrents mig saltant, les monedes salten del pantaló i brinden a cada sotragada.
Un soroll eixordador de sirenes em fa saltar. Escolto dispars, gent cridant, passes que s’acosten, ganivets brindant, la remor d’un cotxe, s’acosta.
Per un acte reflex, m’amago darrere d’un contenidor d’escombraries. Militars i gent armada passen per davant meu, però no em veuen, passen de llarg. Una nena, petita, es creua en el camí dels militars, es rossa amb els cabells deixats anar, ondulats, els seus ulls són grossos d’un color grisos, i amb tota la crueltat que es pot tenir en aquest món, la disparant. Una taca vermella es va propagant per tot el contorn del cor, on li han clavat el tret. Cau a terra, com un pes mort.
Ploro sense fer soroll, aquella nena devia tenir la mateixa edat que jo. No sé que havia passat, no sé perquè hi havia tants militars, no sé perquè hi havia dispars, no sé perquè la gent cridava i corria, esverada, no sé perquè la nena ha caigut, tants sols un segon abans, al terra, plena de sang.
Després d’un temps d’estar-me darrere del contenidor, m’aixeco i em poso a caminar. Al carrer ja no hi ha ningú. Paso pel mercat, els aparadors i les parades estan destrossades. Les verdures i les fruites s’han escampat per tot el terra. Els peixos, tots trepitjats i amb els budells enfora, les gallines cloquejant, espantades.
Tot el mercat desperta desolació.
Vaig amb compte de no trepitjar les verdures escampades.
Deixo enrere el mercat. Continuo caminant pels carrers desolats. Vaig cap a casa. Em trobo totes les portes obertes de bat a bat. Mentre observo la meva casa amb tot de plats, de coberts i de gots trencats, escampats pel terra de manera uniforme, sento com els pèls de la nuca se m’ericen. Una suor freda em comença a regalimar per l’esquena. El meu cervell comença a anar a tota velocitat. Pujo les escales a dues batzegades. Entro a la meva habitació. Trobo el llit desfet, les mantes, les flassades i els coixins, tots, tirats per terra, i les meves joguines, escampades a la intempèrie.
Surto de casa. Penso en el pare i la mare, i penso en on podien haver anat. El meu cos és més ràpid que la meva ment i em veig corrents cap a la sinagoga.
A casa, som molt religiosos, cada diumenge hi anem. Però feia unes setmanes que no hi anàvem. A vegades li preguntava a la mare que perquè, i em responia, una mica neguitosa, que hi aniríem. Però no hi anàvem.
La porta de la sinagoga està tancada, però no amb clau, així que hi entro. L’olor de l’encens m’omple els narius. Camino cap a la sala principal. I m’hagués agradat no veure-ho. Tot de gent estirada al terra, l’estora, s’ha convertir en un basal de sang. Els budells escampats, les temples foradades, els braços i les cames amputades. L’olor de la mort. Les mosques sobrevolant l’entorn.
Corro. M’entrebanco, m’aixeco. Els batecs del cor cada vegada són més forts. Em falta l’aire. M’entrebanco, faig un esforç i m’aixeco. M’he fet una esgarrapada, em sagna. Corro encara un temps, fins que caic al terra, exhaust. Les cames no em responen. Em falta un temps perquè la sang hi circuli de nou.
Intento eliminar la imatge que he vist fa un moment. Però se que no la podré oblidar. Perquè se molt bé que s’oblida allò que es vol recordar i es recorda allò que es vol oblidar.
No sé on vaig. La espècie de món que tenia ja no hi és, ha desaparegut, l’han eliminat.
Entro en una casa. Tota de marbre i fusta nova, les finestres, totes, trencades i esmicolades, el terra, ple de sang. En la primera habitació que em trobo m’amago a sota del llit. Em cauen les llàgrimes, salades, daltabaix. Començo a sanglotar, m’ofego. M’assereno i m’adormo amb les llàgrimes encara caient-me per les galtes.
Em desperto sobtat, d’un somni incòmode. Sento veus, parlen. M’aixeco amb cura. La ferida que em vaig fer s’ha assecat i m’ha deixat el pantaló dur. Les veus provenen de la cuina. Avanço a poc a poc. Dono una ullada. Hi ha dos militars, armats. Mentre un revisa totes les provisions de menjar, l’altre es dedica a parlar de banalitats.
La porta del lavabo s’obre de cop, faig un bot. Tinc un mal pressentiment. Una suor freda em comença a baixar per l’espatlla, em vénen nàusees de les ganes desesperades de que no m’hagin vist, a mi no. Però la vida sempre dóna contra cors i sento unes mans que es recolzen a les meves espatlles.
-Mira que hi tenim, aquí!
Els dos homes es giren cap a mi i s’aixequen de cop. M’apunyalen amb la mirada, m’esgarrapen per dins. Tothom conté la respiració com un sol home, es podria sentir una agulla clavant-se a terra.
-Hòstia! D’on has sortit, tu?. Digues, ets jueu?
No responc, no em surt cap paraula, cap mot, cap murmuri, cap xiuxiueig. Em quedo atònit, tens, rígid. Em miren com si no sabessin el que diuen.
-Que si ets jueu!?
Les paraules que m’arriben no són clares, però distingeixo jueu, i assenteixo.
-No ho hagués jurat mai, tu. Si sembla un dels nostres, tant ros com és, el nano.
Mentre diu la frase, que em sembla molt llunyana i inintel•ligible, m’estira dels cabells i em porta fins a un camió. Allà, m’emmanillen, com si fos un lladre, i em tapen la boca. Tanquen la porta del camió i tot s’omple de negre. El camió s’engega i comencen les sotragades. Perdo tot contacte amb el temps, no sé si passen hores, minuts, no ho sé.
El camió s’atura i obre’n la porta amb força, una llum forta i brillant m’encega de cop. M’estiren del cabell i em baixen a un camp. Alço més la vista i veig les tanques, imponents, vorejades al capdamunt per espirals de ferro forjat.
M’envien a una sala, prou gran per encabir-hi cent persones. Em tallen els cabells al zero, tot el meu cabell, ros i esbojarrat, ja només i queden les restes que em cauen daltabaix.
Em condueixen a una habitació, pel cap baix de cinquanta llits. Em vesteixo amb la roba que em donen, blanca amb ratlles blaves, com un pijama.
Encara no tinc temps de processar el que està passant, es com quan et donen un cop fort i tens que anant-lo assimilant. Els meus pares, no sé on són, segurament morts. Els meus amics, segur que corren el mateix parer que els meus pares.
En la vida, t’anà dones del que tens quan ho perds, i et vénen unes ganes descontrolades de tenir-ho una altre vegada, amb tu, segur de cap perill.
Torna l’home que em va enxampar en la casa, i em porta fins a un vestidor. Em despulla. Al costat hi ha més homes, ja grans, amb el mateix vestit que jo, tots iguals, també es despullen. Ens envien tots a una altre sala, molt més petita que cap altre. Estem tots despullats, de cap a peus. M’empenyen per tots costats. Em donen cops de colze. Criden. Criden com mai he sentit cridar algú. Semblen una massa eixordadora de bèsties moribundes.
-Gas!
Començo a notar una olor, que m’esgarrapa per dins dels porus i dels narius del nas. Se m’ericen els pèls de la nuca. Una veu en el meu cap diu que marxi d’allà, però no puc. Molts d’homes han caigut a terra.
L’olor comença a enfortir. Només em cal un pensament. Un mar immens, negre, ple de respostes, on ser jo mateix, on pugui ser jo mateix.
I caic estès a terra.
sábado, 18 de junio de 2011
Paródia de los juegos del hambre
Simplemente es perfecto. Los juegos del hambre es una triologia escrita por Suzanne Collins que redacta un mundo donde una ciudad, el capitolio, maneja otras ciudades, para que no se revelen esas ciudades el capitolio impone unos juegos, los juegos del hambre. Estos juegos consisten a: en cada districto, que hay 12, sortean a un niño y una niña de 12 a 18 años. Estos 24 niños se van al capitolio a prepararse para la batalla. Cuando estan listos y entrenados los envian a una arena, que puede incluir un bosque, un desierto o hasta un paisage helado. Para sobrevivir tendrán que matar, y el último que quede de pie, gana. Que gana? Gana la riqueza y la fama, el no trabajar nunca más y sin problemas. Los juegos del hambre son obligatorios verlos por television. Estos son los juegos, y no puedes hacer nada.
http://www.youtube.com/watch?v=HoHfCW-O2yA&feature=player_embedded#at=51
http://www.youtube.com/watch?v=HoHfCW-O2yA&feature=player_embedded#at=51
lunes, 13 de junio de 2011
La primera entrada
Bueno, esta es la primera, y quiero que sea un blog en que me pueda expresar y escribir aquí mis historias, espero que me salga todo bien, no soy mucho de ordenadores, pero nos tendremos que modernizar... En fin, espero que vaya todo bien, sino, bueno da igual.
---
Hoy acabo de venir de mi pueblo, Montiel, no es supuestamente el pueblo donde naci pero es que me encanta, es estupendo, y tengo unas amigas maravillosas, me siento muy feliz estando en el y viviendo, es magnifico, todo lo que podriamos imaginar esta allí, es tan bonito... De grande estoy segura que me ire a vivir allí, si. Y me da igual que sea un pueblucho, a mi me gusta y si a mi me gusta soy yo la que decide estar o no estar. Bueno aquí dejo algunos links donde salen fotos..
http://www.aache.com/castillos/graphics/Ciudad_Real_Montiel_02.jpg
http://lamoradadevargas.files.wordpress.com/2010/11/castillo-de-montiel.jpg
http://photos.eltiempo.es.s3.amazonaws.com/48/26/1c136f9f9f7cf870ead14f7134b8406a_720x560.jpg
Hay más si poneis Montiel Ciudad Real en el google.
Saludos.
Sñyr. Mena
---
Hoy acabo de venir de mi pueblo, Montiel, no es supuestamente el pueblo donde naci pero es que me encanta, es estupendo, y tengo unas amigas maravillosas, me siento muy feliz estando en el y viviendo, es magnifico, todo lo que podriamos imaginar esta allí, es tan bonito... De grande estoy segura que me ire a vivir allí, si. Y me da igual que sea un pueblucho, a mi me gusta y si a mi me gusta soy yo la que decide estar o no estar. Bueno aquí dejo algunos links donde salen fotos..
http://www.aache.com/castillos/graphics/Ciudad_Real_Montiel_02.jpg
http://lamoradadevargas.files.wordpress.com/2010/11/castillo-de-montiel.jpg
http://photos.eltiempo.es.s3.amazonaws.com/48/26/1c136f9f9f7cf870ead14f7134b8406a_720x560.jpg
Hay más si poneis Montiel Ciudad Real en el google.
Saludos.
Sñyr. Mena
Suscribirse a:
Entradas (Atom)