El Circo empieza en tres días. Los veinticuatro tributos van bajando poco a poco a la sala de entrenamiento, después de haber sido arrancado de sus distritos. Os ponéis en un círculo, mirándoos los unos a los otros pero evitando el contacto visual, mientras alguien va pegando el número de vuestro distrito en vuestra espalda. Es entonces cuando os dais cuenta de que faltan tributos... ¿o os lo parece?
Sólo hay un tributo de los distritos 6 y 7. Los dos tributos no parecen estar intranquilos porque les falte la pareja, alguien en quien confiar... o al menos, alguien de casa.
También veis cuatro tributos que, en vez de un número, tienen a la espalda una E. No parecen de ningún distrito, porque nadie los conoce. Los cuatro están juntos, pero parece que un abismo los separe. Están cabizbajos y no miran a nadie, ni siquiera de reojo, ni siquiera a sus compañeros del supuesto distrito E. Pero claro, cómo va a existir el distrito E? Debe significar algo... ¿exterior? ¿error? ¿efímero?
Y no es lo único raro... veintidós tributos de los distritos y cuatro con la E... son veintiséis tributos. ¿Desde cuándo pueden presentarse dos tributos de más en una competición en la que nadie desearía estar? Y entonces a todos se os pasa por la cabeza un dato, tal como la luz atraviesa un cristal. Dos veces trece... son veintiséis. En el Circo del Hambre, el distrito 13 también debe limpiar sus pecados de los Días Oscuros de la misma manera que los otros doce distritos. Y entonces, también se os ocurre qué significa la E: escape. Esos tributos (cuando aún no eran tributos) escaparon de sus distritos, y cuando fueron capturados en vez de convertirse en Ávox se convirtieron en tributos gracias a una Cosecha ineludible, en la que el número de teselas (o la falta de ellas) no importaba. Fueron obligados a ser tributos.
De todas maneras, la pregunta sigue en el aire: ¿de qué distrito son? Nadie consigue reconocerlos. La falta de un tributo de los distritos 6 y 7 también os despierta la curiosidad.
Y entonces se pide el silencio.
Tampoco era necesario, ya que todos estáis callados.
Una mujer llamada Menn os explica lo que podéis hacer en la sala: entrenar vuestras habilidades para tener posibilidades de ganar en la arena. Hay varios talleres de entrenamiento: camuflaje, reconocimiento de plantas, caza, trampas, agilidad, rapidez, y armas. Uno para cada tipo de arma difícil de usar, ya que todos sabríais usar una granada o una jeringuilla en un combate cuerpo a cuerpo. Una vez acabada la explicación, se retira a un rincón y toma notas en una libreta, levantando la vista de vez en cuando.
Los tributos os repartís entre los diferentes talleres. Algunos vais rotando, intentando aprender un poco de todo para tener más posibilidades. Otros se centran en un arma, asegurando así que si ese arma está en la arena van a ser mortíferos si la consiguen.
Las horas van pasando y llega la hora de comer, anunciada por la voz de un hombre a través de los altavoces. Os reunís en el pequeño comedor contiguo a la sala de entrenamientos, donde os sirven una sopa de tomate con unas diminutas almendras y avellanas dulces y un lujoso estofado parecido al favorito de aquella tributo rebelde llamada Katniss. Algunos habláis entre vosotros, comentando vuestros puntos fuertes. Otros, callados, se centran en comer y hablan lo justo. Veis a Menn en una mesa, con un hombre de unos treinta años al que no habíais visto antes, pero al oír su voz ya sabéis quien es: el hombre que antes ha anunciado la hora de la comida. También oís su nombre: Pictus.
Quedan tres días para el Circo del Hambre. Algunos ya se preparan para no morir... ¿vas a hacer tú lo mismo?
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